Todo lo que eres viene construyéndose desde hace tiempo ya.
Quizás ese miedo a quedarte sola no sea casualidad.
Lo que soy no es lo que he sido, pero lo que he vivido me ha hecho ser quien hoy soy yo.
Quizás ese miedo a quedarte sola no sea casualidad.
Lo que soy no es lo que he sido, pero lo que he vivido me ha hecho ser quien hoy soy yo.
Pensar que nunca te van a querer igual viene de que te han querido
ya, bastante mal.
Y te preguntas qué vendrá.
Qué es lo que te mereces y qué es lo que te dan.
Y te preguntas qué vendrá.
Qué es lo que te mereces y qué es lo que te dan.
Vuelves y empiezas a recordar, esos vacíos que sigues
sin rellenar.
Esa ausencia a la salida del cole, ese deseo torcido que quizás no sea casualidad.
Esa ausencia a la salida del cole, ese deseo torcido que quizás no sea casualidad.
Ese plato que no se podía llenar.
Ese hombro donde no podías llorar.
Ese hombro donde no podías llorar.
La carga encima y tú sin poder andar.
Te paras pensar,
y aunque la memoria ya haya empezado a olvidar,
las marcas siempre te lo van a recordar.
No fuiste la niña a la que te gustaría volver a mirar.
y aunque la memoria ya haya empezado a olvidar,
las marcas siempre te lo van a recordar.
No fuiste la niña a la que te gustaría volver a mirar.
Cumplir los años de dos en dos.
Cruzar límites sin ni si quiera llegar.
Precipitarte sin tener que saltar.
El abismo, entre lo que era justo y lo vivido, no se puede calcular.
Cruzar límites sin ni si quiera llegar.
Precipitarte sin tener que saltar.
El abismo, entre lo que era justo y lo vivido, no se puede calcular.
Hoy las cuentas siguen sin cuadrar, pero los números
empiezan a hablar.
El cero no aportó nada,
el uno lo dejó todo igual,
el dos dividió,
el tres donde había uno de más,
el cuatro no correspondido,
el cinco separó,
el cinco separó,
el seis que te hizo llorar,
el siete marcando rutina,
el ocho te hizo regresar,
el nueve sin final,
el diez para terminar.
Y para de contar.
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