Y es que vivir al ritmo del amor -no
correspondido- es un estilo de vida.
Y cuando quieres mirar al reloj
no hay tiempo para seguir latiendo, pero si viviendo.
Vivir a mil
pulsaciones puede ser un poco arriesgado,
pero te salva por dentro.
Caminas por donde sopla el viento,
bailas según sus movimientos,
pero de repente se para.
Cantas con su voz pero se calla.
Sabes de
donde sales pero no hasta donde eres capaz de llegar.
Te montas sin saber la parada,
y es que no hay.
Entras en un bucle infinito hasta que pasa.
Te montas sin saber la parada,
y es que no hay.
Entras en un bucle infinito hasta que pasa.
Al final llega el día, y cuando lo consigues, todo el
camino se viene abajo, la meta está rota, porque es que has llegado,
pero ya no te quieres quedar.