Cuando todo comienza a encajar,
me voy.
La huida es la salida más fácil.
Cuando me encuentro frente a mí
esquivo la mirada
y escapo.
Cuando todo empieza a ir bien, me voy.
La huida es la opción más rápida.
Cuando me encuentro frente a mí
cierro los ojos
y corro lejos,
de mí.
Cuando he encontrado mi sitio, me voy.
Porque cuando todo va bien
algo acaba saliendo,
mal.
Los caminos rectos parecen más fáciles de manejar,
que las curvas
del bien
y del mal,
que me hacen perder
el control
y derrapar
para
volverme
a
estrellar.